Cuando llegó la noche, un hombre rico llamado José, de Arimatea, (quien también era discípulo de Jesús),
Lo enterraron como si fuera un malvado, dándole una tumba entre los ricos, aunque no había hecho nada malo ni había dicho ninguna mentira.
fue donde Pilato y pidió que le entregaran el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato ordenó que se le entregara.
Cuando los discípulos de Jesús oyeron lo que había ocurrido, vinieron y tomaron su cuerpo y lo colocaron en una tumba.
Después de haber cumplido todo lo que se había predicho que ellos le harían a Jesús, lo bajaron de la cruz y lo sepultaron en una tumba.
Había una vez un hombre de Ramataim de Zofim, en la región montañosa de Efraín. Su nombre era Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, de la tribu de Efraín.
Luego regresaba a Ramá, porque allí vivía. Desde allí gobernaba a Israel, y también construyó un altar para el Señor.