Entonces regresó donde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Le dijo entonces a Pedro: “¿Cómo es que no pudieron estar despiertos conmigo apenas una hora?
Aunque estaba dormida, mi mente iba a toda velocidad. Oí que mi amor llamaba a la puerta, y gritaba: “Por favor, abre la puerta, hermana mía, querida, paloma mía, mi amor perfecto. Mi cabeza está empapada de rocío, mis cabellos están mojados por la niebla nocturna”.
Entonces Jesús regresó y encontró a los discípulos dormidos. “Simón, ¿estás durmiendo?” le preguntó a Pedro. “¿No pudieron estar despiertos conmigo tan solo una hora?
Pedro y los otros dos discípulos estaban dormidos. Cuando se despertaron vieron a Jesús en su gloria, y a los dos hombres que estaban de pie junto a él.