Y Jesús seguía enseñándoles, diciendo: “¡Tengan cuidado con los maestros religiosos! A ellos les encanta caminar por ahí con batas largas, y que los saluden con respeto en las plazas.
Pedro alzó la voz y dijo: “¡Rabí, para nosotros es maravilloso estar aquí! Deberíamos preparar tres albergues. Cada uno de nosotros haría uno: para ti, para Moisés y para Elías”.
¡Qué lástima me dan ustedes, Fariseos! Porque a ustedes les encanta tener los mejores asientos en las sinagogas, y ser saludados con respeto cuando van a las plazas del mercado.
Jesús volteó y vio que estos le seguían. “¿Qué están buscando?” les preguntó, “Rabí (que significa ‘Maestro’), ¿dónde vives?” le preguntaron ellos, como respuesta.
Él vino por la noche donde Jesús estaba y le dijo: “Rabí, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte Dios, porque nadie podría hacer las señales milagrosas que tú estás haciendo a menos que Dios esté con él”.
Ellos fueron donde Juan y le dijeron: “Rabí, el hombre con el que estabas al otro lado del Jordán, del cual diste un testimonio favorable, ¡mira, ahora está bautizando y todos están acudiendo a él!”