En esos días, Jesús caminaba por los campos de grano en el día Sábado. Sus discípulos tenían hambre, así que comenzaron a recoger espigas y a comérselas.
Pues el sumo sacerdote que tenemos no es uno que no pueda entender nuestras debilidades, sino uno que fue tentado de la misma forma que nosotros, pero no pecó.