Entonces Herodes llamó a los sabios y se reunió con ellos en privado, y logró saber por medio de ellos el momento exacto en que había aparecido la estrella.
Lo que dice es tan suave como la mantequilla, pero por dentro él solo planea guerra; sus palabras son tan calmantes como el aceite, pero cortan como espadas afiladas.
Tenemos que hacer un plan para evitar que sigan multiplicándose, porque que si llega a haber una guerra, se pondrán del lado de nuestros enemigos, lucharán contra nosotros, y huirán del país”.
“Lo veo, pero esto no es ahora. Lo observo, pero esto no está cerca. En el futuro, un líder como una estrella vendrá de Jacob, un gobernante con un cetro llegará al poder desde Israel. Aplastará las cabezas de los moabitas, y destruirá a todo el pueblo de Set.
Cuando Herodes se dio cuenta que había sido engañado por los sabios, se enojó mucho. Entonces envió hombres para que matasen a todos los niños de Belén y de las regiones cercanas que tuvieran menos de dos años de edad. Esto se basaba en el marco de tiempo que escuchó de los sabios.
Entonces Félix, quien estaba bien informado sobre el Camino, aplazó el juicio. “Cuando el comandante Lisias venga, entonces tomaré mi decisión respecto a tu caso”, dijo.
“Se la daré a David”, pensó Saúl. “Ella puede ser la carnada para que los filisteos lo atrapen”. Entonces Saúl le dijo a David: “Esta es la segunda vez que puedes ser mi yerno”.