“Si, por supuesto”, respondió Pedro. Cuando regresó donde estaban todos, Jesús se anticipó al hecho. “¿Qué piensas tu, Simón?” le preguntó Jesús. “¿Acaso los reyes de este mundo le cobran los impuestos a sus propios hijos o a los otros?”
Pero para no ofender a nadie, ve al lago y saca un pez con un anzuelo. Saca el primer pez que atrapes, y cuando abras su boca encontrarás una moneda estatera. Toma la moneda y paga por ti y por mi”.
“El hombre rico felicitó a su administrador deshonesto por su idea ingeniosa. Los hijos de este mundo son más astutos los unos con los otros, que los hijos de la luz.
“¿Han visto a ese hombre que no deja de salir para burlarse de Israel?” , preguntaron. “El rey hará muy rico al hombre que lo mate. También le dará a su hija en matrimonio, y su familia vivirá libre de impuestos en Israel”.