Jesús se volvió hacia Pedro y le dijo: “¡Aléjate de mi, Satanás! ¡Eres una trampa para hacerme tropezar, porque estás pensando humanamente, y no como Dios piensa!”
Y Dios le dijo a Adán: “Por haber hecho lo que te dijo tu esposa, y comiste del fruto del árbol sobre el cual te dije ‘No comas del fruto de este árbol,’ el suelo ahora estará maldito por tu culpa. Tendrás que trabajar arduamente para cultivar los alimentos durante toda tu vida.
Pero David respondió: “¿Qué tiene que ver eso con ustedes, hijos de Sarvia? ¿Quieren ser mis enemigos hoy? ¿Es este un día para ejecutar a alguien en Israel? ¿No estoy seguro de que hoy vuelvo a ser el rey de Israel?”
Él será un santuario para ustedes. Pero para las familias reales de Israel y de Judá será una piedra de tropiezo y una roca que será un obstáculo; una trampa y un lazo para la gente que vive en Jerusalén.
Pedro levó a Jesús con él aparte y comenzó a decirle que no era bueno que hablara así. “¡Dios no permita, Señor, que algo así llegue a ocurrirte!” le dijo.
“¡Cuán grande es el desastre que sobrevendrá en el mundo por todas sus tentaciones a pecar! ¡Las tentaciones ciertamente vendrán, pero será un desastre para la persona por quien viene la tentación!
Entonces Jesús se dio vuelta y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro. “Apártate de mí, Satanás”, dijo. “No estás pensando como Dios piensa, sino como piensan los humanos”.
Por lo tanto, no nos juzguemos más unos a otros. Por el contrario, decidamos no poner obstáculos en el camino de nuestros hermanos creyentes, ni hacerlos caer.
Ellos terminarán completamente perdidos, pues estas personas tienen como “dios” sus propios deseos físicos y están orgullosos de cosas que deberían avergonzarles, pues piensan solo en las cosas de este mundo.