Entonces los discípulos de Juan vinieron y se llevaron el cuerpo y lo sepultaron. Luego fueron a decírselo a Jesús.
Trajeron la cabeza de Juan en un plato y le fue entregado a la joven, quien lo entregó a su madre.
Cuando Jesús escuchó la noticia, se fue lejos en una barca a un lugar tranquilo para estar solo, pero cuando la multitud supo dónde estaba, lo siguieron a pie desde las ciudades.
Cuando los discípulos de Jesús oyeron lo que había ocurrido, vinieron y tomaron su cuerpo y lo colocaron en una tumba.
(Algunos seguidores fieles de Dios sepultaron a Esteban, con gran lamento).