“El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Un hombre lo encontró, lo volvió a enterrar, y lleno de alegría se fue y vendió todo lo que tenía y entonces compró ese campo.
Vengan todos los que tienen sed, vengan a beber el agua. Los que no tienen dinero, vengan, pueden comprar y comer. Vengan y compren vino y leche; no necesitan dinero; no cuesta nada.
Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, entonces ve y vende todas tus posesiones, da el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Entonces ven y sígueme”.
Todos los que dejan su hogar, a sus hermanos, a sus hermanas, a sus padres, a sus madres, a sus hijos y sus campos por mi causa, recibirán cien veces más y recibirán la vida eterna.
Dejen que el mensaje de Cristo habite completamente en ustedes. De las maneras más sabias instrúyanse unos a otros por medio de salmos e himnos y cantos espirituales, alabando a Dios con sus corazones.
Mostraron compasión con los que estaban en la cárcel, y entregaron con alegría sus posesiones cuando les fueron confiscadas, sabiendo que cosas mejores vendrán para ustedes, cosas que realmente perdurarán.
Yo te aconsejo, pues, que de mí compres oro refinado por fuego para que seas rico; y consigas ropas blancas para que te vistas bien y no muestres tu vergüenza y desnudez; y ungüento para tus ojos, para que puedas ver.