Él entró a la casa de Dios, y allí él y sus hombres comieron del pan sagrado que no debían comer pues este pan estaba reservado solo para los sacerdotes.
Moisés dijo a Aarón y a sus hijos: “Deben hervir la carne a la entrada del Tabernáculo de Reunión, y luego comérosla allí con el pan que está en el cesto de las ofrendas para la ordenación, como ordené: ‘Es para que coman Aarón y sus hijos’.
“Él entró a la casa de Dios cuando Abiatar era el sumo sacerdote, y comió del pan de la consagración, del cual no podía comer nadie, excepto los sacerdotes, y lo dio a comer a sus hombres también”.
¿Y cómo entró a la casa de Dios y tomó el pan consagrado? Lo comió, y lo dio a comer a sus hombres también. Eso tampoco está permitido. El pan consagrado es solo para los sacerdotes”.
“No hay pan ordinario”, le dijo el sacerdote a David, “pero hay pan sagrado, siempre que tus hombres no se hayan acostado con ninguna mujer últimamente”.
Entonces el sacerdote le dio el pan sagrado, ya que allí no tenían otro pan que el “Pan de la Presencia”, que había sido retirado de la presencia del Señor ese día y lo sustituyeron por pan fresco.