¿No se venden dos gorriones por el precio de un solo centavo? Pero ninguno de ellos cae al suelo sin que el Padre lo sepa.
En verdad te digo: no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo.
Miren las aves—ellas no siembran ni cosechan, ni guardan alimento en los graneros, porque el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes más que las aves?
Entonces una viuda pobre vino y echó solo dos monedas pequeñas.