José se casó con María, pero no durmió con ella hasta después que tuvo un hijo, a quien llamó Jesús.
Y Mical, la hija de Saúl, nunca tuvo hijos.
Era muy hermosa, y cuidaba al rey, atendiendo sus necesidades, pero él no tenía relaciones sexuales con ella.
“Todo varón primogénito será dedicado a mí. El primogénito de cada familia israelita me pertenece, y también cada animal primogénito”.
“No retengas las ofrendas requeridas de tus productos, aceite de oliva y vino. Debes darme el primogénito de tus hijos.
Ella tendrá un hijo y tú le llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
José se despertó e hizo lo que el ángel del Señor le dijo que hiciera.
Quedarás embarazada y tendras un hijo. Lo llamarás Jesús.
Después de ocho días, llegó el momento de circuncidar al niño, y fue llamado Jesús. Este fue el nombre dado por el ángel incluso antes de ser concebido.
Y tendro su primer hijo. Lo envolvió en tiras de tela y lo puso en un pesebre porque la posada no tenía más habitaciones disponibles.
Porque Dios, escogiéndolos de antemano, los separó para ser como su Hijo, a fin de que el Hijo pudiera ser el primero de muchos hermanos y hermanas.