“Señor, por favor, ten misericordia de mi hijo”, le dijo. “Él se vuelve loco y sufre ataques tan terribles que a veces hasta se lanza al fuego o al agua.
Aconteció que algunas personas trajeron a sus hijos donde estaba Jesús para que los bendijera, pero los discípulos los echaban y trataban de mantener a los niños lejos de Jesús.
Cada vez que lo ataca, lo tira al suelo, y lo hace botar espuma por la boca, cruje sus dientes y su cuerpo se pone rígido. Le pedí a tus discípulos que sacaran este demonio de él, pero ellos no pudieron hacerlo”.
Jesús, viendo que la multitud se aproximaba más, le dio orden al espíritu malo: “Espíritu que causa sordera y mudez, te ordeno que salgas de él y no regreses más”.
Sucedió que Jesús estaba expulsando un demonio que había vuelto mudo a un hombre. Cuando el demonio salió, el hombre que había estado mudo pudo hablar, y la multitud estaba asombrada.