Entonces los Fariseos y los líderes religiosos le preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de nuestros ancestros? Pues ellos comen los alimentos con las manos impuras”.
A ellos les han dicho que tú enseñas a los judíos que viven entre los extranjeros a que ignoren la ley de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos y que no sigan nuestras costumbres.
Ve con ellos y haz los rituales de purificación con ellos, pagándoles para que les afeiten sus cabezas. De este modo todos sabrán que los rumores que han escuchado acerca de ti no son ciertos, sino que tú mismo guardas la Ley en tu forma de vivir.
También es el padre de los judíos circuncidados, no solo porque estén circuncidados, sino porque siguen el ejemplo de la confianza en Dios que nuestro padre Abraham tuvo antes de ser circuncidado.
Ahora queremos decirles, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que no se asocien con ningún creyente que no quiera trabajar por su sustento, esos que no siguen las enseñanzas que aprendieron de nosotros.