“Un profeta es tratado con respeto excepto en su propia ciudad, entre sus familiares, y en su propia familia”, les dijo Jesús.
Esto es lo que dice el Señor acerca de la gente de Anatot que trata de matarte, diciéndote: “No profetices en nombre del Señor, o te mataremos”.
Incluso tus propios hermanos y la familia de tu padre te han traicionado; te han criticado públicamente. No te fíes de ellos cuando te hablen bien.
Y por esta razón se negaban a creer en él. “Un profeta es honrado en todas partes, excepto en su propia tierra y entre su familia”, les dijo Jesús.
Jesús se fue de allí y se dirigió a Nazaret con sus discípulos.
Pero yo les digo la verdad, ningún profeta es aceptado en su propia ciudad.
Jesús mismo había hecho el comentario de que un profeta no es respetado en su propia tierra.