A menudo había sido atado con cadenas y grilletes, pero fácilmente rompía las cadenas y hacía pedazos los grilletes. Nadie tenía la fuerza suficiente para dominarlo.
Pues Jesús ya le había ordenado al espíritu maligno que saliera del hombre. A menudo se apoderaba de él, y a pesar de estar atado con cadenas y grilletes, y puesto bajo guardia, él rompía las cadenas y era llevado por el demonio a regiones desiertas.