Y abandonando la multitud, los discípulos se subieron con Jesús en una barca. Y otras embarcaciones iban con ellos.
Entonces Jesús subió a una barca y sus discípulos se fueron con él.
Jesús les dijo a sus discípulos que tuvieran una barca pequeña en caso de que la multitud comenzara a aglomerarse sobre él,
Jesús comenzó a enseñar junto al mar una vez más. Vinieron tantas personas a escucharlo que tuvo que montarse en una barca y se sentó en ella, en el agua, mientras la multitud lo oía desde la orilla.
De pronto, comenzó a soplar una fuerte tormenta, y las olas chocaban contra la barca, llenándola de agua.
Cuando Jesús bajó de la barca, un hombre con un espíritu maligno salió del cementerio a su encuentro.
Jesús regresó nuevamente en la barca al otro lado del lago donde había una gran multitud reunida a su alrededor en la orilla.
Así que se fueron en una barca a un lugar tranquilo para estar a solas.
Un día Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos al otro lado del lago”. Así que se subieron a un bote y partieron.