Pero cuando se siembra, crece y se convierte en un árbol que es más grande que las demás plantas. Y tiene ramas tan grandes que las aves pueden posarse bajo su sombra”.
Nada causará daño ni perjuicio en ninguna parte de mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor, de la misma manera que el agua llena el mar.
Cada uno de ellos será como un refugio contra el viento, como una protección contra la tormenta, como ríos de agua en el desierto seco, como la sombra de una gran roca en un lugar calcinado por el sol.
El rey, el ungido del Señor, el “aliento de vida” de nuestra nación, fue atrapado y capturado por ellos. Habíamos dicho de él: “Bajo su protección viviremos entre las naciones”.
Lo plantaré en el monte alto de Israel para que le salgan ramas, produzca frutos y se convierta en un magnífico cedro. En él vivirán toda clase de aves que anidarán a la sombra de sus ramas.
Aunque es la semilla más pequeña de todas, ésta crece y llega a ser mucho más grande que las otras plantas. De hecho, se convierte en un árbol tan grande, que las aves pueden posarse en sus ramas”.