¡Ruge desde la garganta! ¡No te contengas! ¡Grita como una trompeta! Anuncia a mi pueblo lo rebelde que es; denuncia a los descendientes de Jacob sus pecados.
De camino, vio nuevamente a otros dos hermanos: Santiago y Juan. Ellos estaban en un bote con su padre Zebedeo, reparando sus redes. Él los llamó para que lo siguieran.
Seis días más tarde, Jesús llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los condujo a lo alto de una montaña para estar allí a solas. Su apariencia cambió por completo.
Pues la palabra de Dios es viva y eficaz, y más afilada que espada de dos filos, que penetra hasta separar la vida y el aliento, así como los tendones y los tuétanos, juzgando los pensamientos y las intenciones de la mente.