“Si realmente eres el hijo de Dios, tírate”, le dijo a Jesús. “Tal como dicen las Escrituras: ‘Él mandará a sus ángeles para que te guarden del peligro. Te atraparán para que no caigas al tropezarte con una roca’”.
Salieron demonios de muchas personas, gritando: “Tú eres el hijo de Dios”. Pero Jesús los interrumpía y no los dejaba hablar porque ellos sabían que él era el Cristo.
Cuando vio a Jesús gritó, se lanzó a los pies de Jesús y le preguntó en voz alta: “¿Qué quieres conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Por favor, no me tortures, te lo ruego!”
Esta chica siguió a Pablo y al resto de nosotros por todos los lugares, gritando: “Estos hombres son siervos del Dios Todopoderoso. ¡Ellos dicen cómo se puede ser salvo!”
Si alguno tiene hambre, es mejor que coma en su casa para que cuando se reúnan no traiga condenación sobre sí. Les daré más instrucciones cuando vaya a visitarlos.