Al oírla, Elías se envolvió el rostro con su manto y salió y se puso a la entrada de la cueva. Inmediatamente una voz le habló y le preguntó: “¿Qué haces aquí, Elías?” .
Hacía frío y los siervos y guardias estaban junto a una fogata que habían hecho para calentarse. Pedro se les acercó y se quedó allí con ellos, calentándose también.
Mientras Simón Pedro estaba calentándose cerca a la fogata, las personas que estaban allí le preguntaron: “¿No eres tú uno de sus discípulos?” Pedro lo negó y dijo: “No, no lo soy”.
Algunos de los hebreos incluso cruzaron el Jordán hacia el territorio de Gad y Galaad, pero Saúl se quedó en Gilgal, y todos los hombres que estaban con él temblaban de miedo.