“¿Por qué me preguntas a mi lo que es bueno?” respondió Jesús. “Solo hay uno que es bueno. Pero si quieres tener vida eterna, entonces guarda los mandamientos”.
Cuando Jesús se dispuso a seguir su camino, vino un hombre y se arrodilló delante de él. “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para asegurarme de que tendré la vida eterna?” le preguntó.
Todo lo que es bueno, todo don perfecto, viene de arriba, y desciende del Padre que hizo las luces del cielo. A diferencia de ellas, él no cambia, él no varía ni arroja sombras.