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Referencias Cruzadas

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Marcos 10:14

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Pero cuando Jesús vio lo que estaban haciendo, se molestó mucho y les dijo: “¡Dejen a los niños venir hacia mí! No se los impidan, porque el reino de los cielos pertenece a todos los que son como estos niños.

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36 Referencias Cruzadas  

Yo te prometo guardar mi pacto contigo, y con tus descendientes, por todas las generaciones futuras. Este es un pacto eterno. Yo siempre seré tu Dios y el Dios de tus descendientes.

No las ocultaremos de nuestros hijos. Le contaremos a la siguiente generación sobre las maravillas que Dios ha hecho; sobre su poder y grandes obras.

No trabajarán para nada, y no tendrán hijos destinados al desastre. Porque son personas que viven bajo la bendición del Señor, y sus hijos también lo serán.

Sin embargo, me llevaré a sus hijos, los que dijeron que serían llevados como botín, al país que ustedes rechazaron, y ellos sí lo apreciarán.

Asegúrense de no menospreciar a estos pequeños. Yo les digo que en el cielo sus ángeles siempre están con mi Padre celestial.

Pero cualquiera que se humilla y se vuelve como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos.

Pero Jesús dijo: “Dejen que los niños vengan a mi. No se lo impidan. ¡El reino de los cielos pertenece a quienes son como ellos!”

Benditos aquellos que son perseguidos por lo que es justo, porque de ellos es el reino de los cielos.

“Benditos son los que reconocen que son pobres espiritualmente, porque de ellos es el reino de los cielos.

Jesús los miró con exasperación, muy molesto por la dureza de sus corazones. Entonces le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Y el hombre extendió su mano, y le fue sanada.

Entonces Jesús se dio vuelta y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro. “Apártate de mí, Satanás”, dijo. “No estás pensando como Dios piensa, sino como piensan los humanos”.

“Te digo la verdad” respondió Jesús, “A menos que vuelvas a nacer, no puedes experimentar el reino de Dios”.

“Te digo la verdad, no puedes entrar al reino de Dios a menos que hayas nacido de agua y del Espíritu”, le dijo Jesús.

Esta promesa es para ustedes, para sus hijos, y para todos los extranjeros. Para todo aquél a quien el Señor nuestro Dios llama”.

Ustedes son hijos de los profetas, y del acuerdo que Dios hizo con sus padres cuando le dijo a Abrahán: ‘Por medio de tus descendientes todas las familias de la tierra serán benditas’.

Si la primera parte de la masa del pan es santa, también lo es todo el resto; si las raíces de un árbol son santas, entonces también lo son las ramas.

Aunque ellos son enemigos de la buena noticia, —y esto los beneficia a ustedes—aún son el pueblo escogido y amado por causa de sus ancestros.

Hermanos y hermanas, no piensen como niños. Sean inocentes como niños pequeños en lo que se refiere al mal, pero sean adultos en su comprensión.

Para un hombre que no es cristiano, su relación matrimonial es santificada por la esposa que sí es cristiana, y para la esposa que no es cristiana, la relación matrimonial es santificada por el esposo que sí es cristiano. De otro modo significaría que sus hijos serían impuros, pero ahora son santos.

No pequen por el enojo; no dejen que anochezca estando aun enojados,

Porque amó a sus antepasados, los eligió a ustedes, su descendencia. Él mismo los sacó de Egipto con su gran poder,

En mi mente siempre está el recuerdo de tu fe sincera en Dios, la misma fe que tenían tu abuela Loida y tu madre Eunice, y sé que esa misma fe sigue viva en ti.

Desde tu niñez has conocido las Escrituras que pueden darte entendimiento para la salvación por la fe en Cristo Jesús.

Josué leyó cada palabra de las instrucciones de Moisés a toda la asamblea israelita, incluidas las mujeres, los niños y los extranjeros que vivían entre ellos.

Deben volverse como bebés recién nacidos que solo quieren leche espiritual pura, para que puedan crecer en la salvación

Ellos no dicen mentiras y en ellos no hay defecto.

Allí hizo un voto, pidiendo: “Señor Todopoderoso, si tan sólo te fijas en el sufrimiento de tu sierva y te acuerdas de mí, y no me olvidas, sino que me das un hijo, lo dedicaré al Señor durante toda su vida, y ninguna navaja de afeitar tocará su cabeza”.

Pero Ana no fue. Le dijo a su marido: “Una vez destetado el niño, lo llevaré para presentarlo al Señor y que se quede allí para siempre”.




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