Y cuando la voz terminó de hablar, Jesús estaba solo. Ellos se guardaron esto, y no le contaron a nadie en ese momento sobre lo que habían visto.
Tiempo de romper, y tiempo de reparar. Tiempo de callar, tiempo de hablar.
Cuando descendieron de la montaña, Jesús les dio instrucciones precisas: “No le digan a nadie lo que vieron hasta que el Hijo del hombre se haya levantado de entre los muertos”, les dijo.
(¡En realidad, él no sabía qué decir porque los tres discípulos estaban muy asustados!)