Él dice: “No es gran cosa que seas mi siervo para hacer volver a las tribus de Jacob, a ese pueblo de Israel que he conservado. También voy a hacer de ti una luz para los extranjeros, para que mi salvación llegue a todos”.
Y no es que no hayan oído. Muy por el contrario: “Las voces de los que hablan de Dios se han oído por toda la tierra. Su mensaje se extendió por todo el mundo”.