¡Levántate, espada mía! ¡Ataca a mi pastor, al hombre que ha estado junto a mi! declara el Señor. Golpea al pastor y las ovejas serán dispersas, y yo levantaré mi mano contra los corderos.
Pero para no ofender a nadie, ve al lago y saca un pez con un anzuelo. Saca el primer pez que atrapes, y cuando abras su boca encontrarás una moneda estatera. Toma la moneda y paga por ti y por mi”.
“El Hijo del hombre morirá tal como fue profetizado acerca de él, pero ¡qué desgracia vendrá sobre el hombre que entregue al Hijo del hombre! ¡Habría sido mejor que nunca hubiera nacido!”
“Pero si cualquiera conduce a uno de estos pequeños que creen en mí, a pecar, mejor sería que fuera lanzado al mar con una piedra de molino atada en su cuello.
Después del desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?” “Sí, Señor”, respondió él, “tú sabes que te amo”,
Pero yo no he hecho uso de ninguna de estas provisiones, y no escribo esto para insinuar que se haga en mi caso. Preferiría morir antes que alguien me quite la honra de no haber recibido ningún beneficio.
Con los que son débiles, comparto en su debilidad para ganar a los débiles. ¡He terminado siendo “como todos” para todos a fin de que, usando todos los medios posibles, pueda ganar a algunos!