“Si quieren seguirme pero no aborrecen a su padre y a su madre, a su esposa e hijos, a sus hermanos y hermanas—incluso sus propias vidas—no pueden ser mis discípulos.
Y consideró que el rechazo que experimentaría por seguir a Cristo sería de mayor valor que la riqueza de Egipto, porque estaba concentrado en la recompensa que vendría.