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Referencias Cruzadas
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Levítico 3:8

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Pon tu mano en la cabeza de la ofrenda y mátala delante del Tabernáculo de Reunión. Entonces los hijos de Aarón los sacerdotes rociarán la sangre a todos los lados del altar.

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17 Referencias Cruzadas  

Todos nosotros nos hemos extraviado, como ovejas. Cada uno de nosotros ha seguido su propio camino, y el Señor permitió que toda nuestra culpa cayera sobre él.

Debes matarlo en el lado norte del altar en presencia del Señor, y los hijos de Aarón, los sacerdotes, deben tomar la sangre y rociarla en todos los lados del altar.

Pon tu mano en la cabeza de la ofrenda quemada, para que pueda ser aceptada en tu nombre para tu justificación.

Debes matar el toro en presencia del Señor, y los hijos de Aarón, los sacerdotes, deben tomar la sangre y rociarla por todos los lados del altar a la entrada del Tabernáculo de Reunión.

Pon tu mano en su cabeza y mátalo frente al Tabernáculo de Reunión. Entonces los hijos de Aarón, los sacerdotes, rociarán la sangre a todos los lados del altar.

Los ancianos de Israel pondrán sus manos sobre su cabeza y lo matarán delante el Señor.

Debe poner su mano en la cabeza del cabrito y matarlo en el lugar donde se presenta la ofrenda quemada ante el Señor. Es una ofrenda por el pecado.

Debes llevar el toro a la entrada del Tabernáculo de Reunión ante el Señor, poner su mano sobre su cabeza y matarlo ante el Señor.

Entonces una voz desde el cielo dijo: “este es mi hijo a quien amo, el cual me complace”.

Porque Dios estaba en Cristo trayendo al mundo de regreso de la hostilidad a la amistad con él, sin contar sus pecados, y dándonos este mensaje para convertir a sus enemigos en sus amigos.

Dios hizo que Jesús, quien nunca pecó, experimentara las consecuencias del pecado para que nosotros pudiéramos tener un carácter recto, así como Dios es recto.

porque por él ambos podemos tener acceso al Padre, por medio del mismo Espíritu.

Por él y nuestra fe en él podemos acercarnos a Dios con total confianza y libertad.

Tomó las consecuencias de nuestros pecados sobre sí mismo en su cuerpo en la cruz para que nosotros pudiéramos morir al pecado y vivir en justicia. “Por sus heridas, somos sanados”.




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