Pon tu mano en la cabeza de la ofrenda y mátala delante del Tabernáculo de Reunión. Entonces los hijos de Aarón los sacerdotes rociarán la sangre a todos los lados del altar.
Todos nosotros nos hemos extraviado, como ovejas. Cada uno de nosotros ha seguido su propio camino, y el Señor permitió que toda nuestra culpa cayera sobre él.
Debes matarlo en el lado norte del altar en presencia del Señor, y los hijos de Aarón, los sacerdotes, deben tomar la sangre y rociarla en todos los lados del altar.
Debes matar el toro en presencia del Señor, y los hijos de Aarón, los sacerdotes, deben tomar la sangre y rociarla por todos los lados del altar a la entrada del Tabernáculo de Reunión.
Pon tu mano en su cabeza y mátalo frente al Tabernáculo de Reunión. Entonces los hijos de Aarón, los sacerdotes, rociarán la sangre a todos los lados del altar.
Porque Dios estaba en Cristo trayendo al mundo de regreso de la hostilidad a la amistad con él, sin contar sus pecados, y dándonos este mensaje para convertir a sus enemigos en sus amigos.
Dios hizo que Jesús, quien nunca pecó, experimentara las consecuencias del pecado para que nosotros pudiéramos tener un carácter recto, así como Dios es recto.
Tomó las consecuencias de nuestros pecados sobre sí mismo en su cuerpo en la cruz para que nosotros pudiéramos morir al pecado y vivir en justicia. “Por sus heridas, somos sanados”.