“Si dedicas parte de tu tierra al Señor, entonces su valor se determinará por la cantidad de semilla necesaria para sembrarla: cincuenta siclos de plata por cada homer de semilla de cebada utilizada.
Mientras tuviste la tierra, ¿no te pertenecía? Y después que la vendiste ¿no tenías aun el control sobre lo que hacías con el dinero? ¿Por qué decidiste hacer esto? ¡No le has mentido a los hombres sino a Dios!”