Cuando llegó el séptimo día, Dios había terminado el trabajo que había hecho, y descansó en el séptimo día de todo el trabajo que había estado haciendo.
“Se han asignado setenta semanas a tu pueblo y a tu ciudad santa para hacer frente a la rebelión, para poner fin al pecado, para perdonar la maldad, para traer la bondad eterna, para confirmar la visión y la profecía, y para ungir el Lugar Santísimo.
Luegohaz sonar la trompeta por todo el país el décimo día del séptimo mes, que es el Día de la Expiación. Asegúrate de que esta señal se oiga en todo el país.
Así que cuando llegue el Jubileo para los israelitas, su asignación se añadirá a la tribu con la que se casen, y se le quitará a la tribu de nuestros padres”.