pero como tiene un defecto, no se le permite acercarse a la cortina o al altar, para que mi santuario y todo lo que hay en él no se vuelva impuro, porque yo soy el Señor que los hago santos”.
“Así es como debes evitar que los israelitas se vuelvan ceremonialmente inmundos, para que no mueran al hacer que mi Tabernáculo se vuelva impuro, el lugar donde vivo con ellos.
No debe salir para tratar asuntos de un difunto o hacer que el santuario de su Dios sea impuro porque ha sido dedicado por el aceite de la unción de su Dios. Yo soy el Señor.
Deben ser santos para su Dios y no deshonrar la reputación de su Dios. Ellos son los que presentan las ofrendas de comida al Señor, la comida de su Dios. Por consiguiente, deben ser santos.