No permitas que los extranjeros que se han dedicado al Señor digan: “El Señor me excluirá definitivamente de su pueblo”. Y no permitas que los eunucos digan: “Mírame, soy tan inútil como un árbol seco porque no tengo hijos”.
No presente al Señor un animal que esté ciego, herido o dañado de alguna manera, o que tenga verrugas, llagas en la piel o costras. No coloques ningún animal que tenga esto en el altar como ofrenda de comida al Señor.
No presente al Señor un animal con los testículos dañados accidental o deliberadamente. No se le permite sacrificar ninguno de estos animales dañados en su tierra.
A nadie de raza mixta se le permite entrar en el santuario del Señor, y ninguno de sus descendientes puede hacerlo tampoco, hasta la décima generación.