Eliseo siguió desde allí hasta Betel. Cuando iba por el camino, llegó un grupo de jóvenes del pueblo. Se burlaron de él, gritando: “¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!”
Los habitantes de Dibón suben a su Templo para llorar en sus lugares altos. Los moabitas lloran sobre las ciudades de Nebo y Medeba. Todas las cabezas se han afeitado, todas las barbas se han cortado en señal de luto.
el sacerdote las inspeccionará, y si las manchas aparecen de un blanco apagado, es sólo un sarpullido que se ha desarrollado en la piel; la persona está limpia.
Convertiré sus festivales en tiempos de luto, y sus canciones alegres en lamentos. Yo haré que vistan silicio y que se afeiten sus cabezas. Haré que el luto sea como cuando muere su único hijo. Al final, será un día amargo.
Hago uso de este ejemplo cotidiano porque su forma humana de pensar es limitada. Así como una vez ustedes mismos se hicieron esclavos de la inmoralidad, ahora deben volverse esclavos de lo que es puro y recto.
Sin embargo, si Cristo está en ustedes, aunque su cuerpo vaya a morir por causa del pecado, el Espíritu les da vida porque ahora ustedes están justificados delante de Dios.