Por eso el Señor arde de ira contra su pueblo. Ha levantado su mano y los ha golpeado, sacudiendo las montañas y dejando sus cadáveres tirados como basura en las calles. A pesar de todo esto, su cólera no ha terminado, y su mano sigue levantada.
El Señor nunca querría perdonarlos. De hecho, su ferviente ira arderá contra ellos, y cada maldición escrita en este libro caerá sobre ellos. El Señor borrará su nombre de la tierra,