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Referencias Cruzadas
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Jueces 7:20

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Las tres compañías tocaron sus trompetas y rompieron sus jarras. Tenían las antorchas en la mano izquierda y las trompetas en la derecha, y gritaban: “¡Una espada para el Señor y para Gedeón!”

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14 Referencias Cruzadas  

En ese momento sonará una fuerte trompeta, y los que estaban muriendo en Asiria regresarán junto con los exiliados en Egipto. Vendrán a adorar al Señor en el monte santo de Jerusalén.

Oh espada del Señor, ¿cuándo vas a dejar de matar? Vuelve a tu vaina. ¡Deja de matar y quédate ahí!

en un momento, en un abrir y cerrar de un ojo, al sonido de la última trompeta. Esta sonará, y los muertos serán levantados para no morir más, y nosotros seremos transformados.

Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro, para demostrar que este poder supremo proviene de Dios y no de nosotros.

Pues el Señor mismo descenderá con grito de mando, con el clamor del arcángel, y con el sonido de la trompeta de Dios; y los que han muerto en Cristo resucitarán primero.

Por la fe en Dios Abel ofreció a Dios mejor sacrificio que Caín, y por eso Dios lo señaló como alguien que vivía rectamente. Dios lo demostró al aceptar su ofrenda. Aunque Abel ha estado muerto por mucho tiempo, todavía Dios nos habla por medio de lo que él hizo.

La séptima vez, cuando los sacerdotes soplaron los cuernos, Josué le dijo al pueblo: “¡Griten, porque hoy el Señor nos ha dado la ciudad!

Tan pronto como oyeron el sonido de las bocinas, el pueblo dio un fuerte grito, y las murallas de la ciudad se derrumbaron. Los hombres entraron de inmediato y capturaron la ciudad.

Siete sacerdotes irán delante del Arca, cada uno con un cuerno de carnero. El séptimo día, marchen siete veces alrededor de la ciudad, con los sacerdotes soplando sus cuernos de carnero.

Así que haré mi mejor esfuerzo para que aunque me vaya, ustedes puedan siempre recordar estas cosas.

Gedeón y los cien hombres que lo acompañaban llegaron a las afueras del campamento alrededor de la medianoche, después de que se cambiaron los guardias. Hicieron sonar sus trompetas y rompieron las jarras que llevaban.

Cada uno se puso en su lugar rodeando el campamento, y todos los soldados enemigos corrieron gritando; luego huyeron.

Al día siguiente, Saúl organizó al ejército en tres divisiones. Atacaron el campamento amonita antes del amanecer y siguieron matándolos hasta que llegó el medio día. Los sobrevivientes estaban tan dispersos que ni siquiera quedaban dos de ellos juntos.




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