El Señor hizo entrar en pánico a los ejércitos amorreos cuando vieron a los israelitas. Los abatió con un gran golpe en Gabaón; los persiguió hasta Bet-horón, y los redujo en el camino hacia Azeca y Maceda.
Mientras huían de los israelitas por la ladera de Bet Jorón, el Señor les arrojó grandes piedras de granizo desde el cielo hasta Azeca. Fueron más los muertos por las piedras de granizo que los muertos por las espadas de los israelitas.
El día en que el Señor entregó a los amorreos a los israelitas, Josué habló por el Señor en presencia de los israelitas, diciendo: “¡Sol, detente sobre Gabaón! ¡Luna, detente sobre el Valle de Ajalón!”
Mientras Samuel presentaba el holocausto, los filisteos se acercaron para atacar a Israel. Pero aquel día el Señor tronó muy fuerte contra los filisteos, lo que los confundió totalmente, y fueron derrotados ante la mirada de Israel.