La portera había estado limpiando el trigo, pero se había cansado y se había quedado dormida, así que Recab y Baná pudieron entrar sin que se dieran cuenta.
Los perros se comerán a Jezabel, la mujer de Acab, en el solar de Jezrel, y nadie la enterrará’”. Entonces el joven profeta abrió la puerta y salió corriendo.
Así que esperaron hasta que no pudieron aguantar más, y como todavía no había abierto las puertas de la habitación, fueron a buscar la llave y abrieron las puertas. Allí estaba su señor, muerto en el suelo.