Entonces le dijo a su siervo: “Vamos, tratemos de llegar a Gabaa o a Ramá y pasemos la noche en algún lugar”.
Cruzaron el paso diciendo: Pasaremos la noche en Geba. El pueblo de Ramá tiembla de miedo; los habitantes de Guibeá de Saúl huyen.
“¡Hagan sonar la trompeta en Guibeá! ¡Toquen la tompreta en Ramá! ¡Que suenen las alarmas en Bet-Aven! ¡Benjamín, ve al frente!
Zela, Haelef, Jebús (o Jerusalén), Guibeá y Quiriat-Yearín, es decir, catorce ciudades con sus aldeas correspondientes. Esta fue la tierra asignada a la tribu de Benjamín, por familias.
Pero su amo le contestó: “No, no vamos a detenernos en esta ciudad donde sólo viven extranjeros y ningún israelita. Seguiremos hasta Gabaa”.
Así que siguieron adelante y llegaron a Guibeá, en el territorio de Benjamín, justo cuando se ponía el sol.
Saúl también regresó a su casa en Guibeá, acompañado de los guerreros a quienes Dios había convencido para que lo ayudaran.