Los cinco hombres entraron y tomaron el ídolo tallado, el efod, los ídolos domésticos y la imagen hecha con plata fundida. El sacerdote estaba junto a la puerta con los seiscientos hombres armados.
Levantan el ídolo sobre sus hombros, lo transportan y lo colocan en su sitio. Se queda allí y no se mueve. Incluso cuando la gente clama por ayuda, no responde; no puede salvarlos de sus problemas.
“El rey de Babilonia está parado en la bifurcación del camino donde se encuentran los dos caminos buscando una señal profética: echa suertes con flechas, pide consejo a los ídolos y examina el hígado de los animales sacrificados.
Entonces los cinco hombres que habían ido a explorar la tierra de Lais dijeron a los demás miembros de la tribu: “¿Se dan cuenta de que aquí, en estas casas, hay un efod, dioses domésticos y un ídolo tallado, una imagen hecha con plata fundida? Así que ya saben lo que deben hacer”.
Así que los danitas eligieron de entre ellos a cinco hombres destacados de Zora y Estaol para que recorrieran la tierra y la exploraran. “Vayan y exploren la tierra”, les dijeron. Cuando los hombres llegaron a la región montañosa de Efraín, llegaron a la casa de Miqueas, donde pasaron la noche.
Joás respondió a todos los que se enfrentaban a él: “¿Acaso están peleando a favor de Baal? ¿Tienen que salvarlo? Cualquiera que pelee a favor de él será condenado a muerte por la mañana. Si es un dios, que luche por sí mismo contra los que derribaron su altar”.