Los filisteos lo agarraron y le sacaron los ojos. Luego lo llevaron a Gaza, donde lo encarcelaron con cadenas de bronce. Lo obligaron a trabajar moliendo grano en el molino de la prisión.
Entonces el Señor envió a los ejércitos de Asiria con sus comandantes para que los atacaran. Los asirios capturaron a Manasés, le pusieron un garfio en la nariz, le pusieron grilletes de bronce y se lo llevaron a Babilonia.
Todo primogénito en la tierra de Egipto morirá, desde el primogénito del Faraón sentado en su trono hasta el primogénito de la sirvienta que trabaja con un molino de mano, así como todo primogénito del ganado.
Además, no nos has llevado a una tierra que fluye leche y miel ni nos has dado campos y viñedos para que los poseamos. ¿De verdad crees que puedes engañar a todo el mundo? ¡No, no asistiremos!”
Ella gritó: “¡Sansón, los filisteos han venido a por ti!”. Sansón se despertó y pensó: “Haré como antes y me liberaré”. Pero no sabía que el Señor lo había abandonado.