“Dejen que les diga un acertijo”, les dijo Sansón. “Si pueden encontrar su significado y explicármelo durante los siete días de la fiesta, yo les daré treinta mantos de lino y treinta mudas de ropa.
“Todo está bien”, respondió Giezi. “Mi amo me envió a decirte: ‘Acabo de enterarme de que han llegado a verme dos jóvenes de los hijos de los profetas que viven la región montañosa de Efraín. Por favor, dales un talento de plata y dos conjuntos de ropa’”.
“Puedes ir”, dijo el rey de Aram, “y enviaré una carta contigo al rey de Israel”. Así que Naamán partió. Llevó consigo diez talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez conjuntos de ropa.
Luego, durante los siete días siguientes, Salomón celebró la fiesta con todo Israel, una gran reunión que llegó desde Lebo-hamat hasta el Wadi de Egipto.
Esa es la razón por la que les hablo a ellos a través de ilustraciones. Porque aunque ellos pueden ver, no ven; y aunque pueden oír, no oyen; ni entienden tampoco.
Ahora vemos como en un espejo con un reflejo borroso, pero entonces veremos cara a cara. Porque ahora solo tengo un conocimiento parcial, pero entonces conoceré por completo, tal como soy completamente conocido.
Pero si no pueden explicármelo, ustedes me darána mi treinta mantos de lino y treinta mudas de ropa”. “De acuerdo”, respondieron. “¡Queremos oír tu acertijo!”