También te doy algo además de lo que le doy a tus hermanos: un trozo de tierra en la ladera de la montaña de Siquem que le quité a los amorreos con mi espada y mi arco”.
Cuando todos los reyes amorreos al Oeste del Jordán y todos los reyes cananeos de la costa mediterránea oyeron cómo el Señor había secado las aguas del río Jordán para que los israelitas pudieran cruzarlo, su ánimo decayó y ya no tenían ningún espíritu de lucha para enfrentarse a los israelitas.