Mira en el rollo del Señor y lee lo que dice: No faltará ni una sola de ellas con su pareja, porque el Señor ha ordenado que así sea, y su Espíritu las ha reunido.
Entonces Jesús les dijo: “Esto es lo que les explicaba cuando aún estaba con ustedes. Todo lo que estaba escrito sobre mí en la ley de Moisés, los profetas y los salmos, tenía que cumplirse”.
Felipe encontró a Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquél de quien Moisés hablaba en la ley y de quien hablaban los profetas también: Jesús de Nazaret, el hijo de José”.
La gente que vivía en Jerusalén y sus líderes no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras que los profetas habían dicho y que leen cada sábado. ¡De hecho, ellos mismos cumplieron las palabras proféticas al condenarlo!
La gente de allí tenía mejor actitud que los de Tesalónica, pues aceptaron rápidamente la palabra, y examinaban las Escrituras cada día para asegurarse de que era correcto lo que les enseñaban.
El Señor, nuestro Dios, tiene secretos que le pertenecen, pero lo que se ha revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros descendientes para siempre, para que podamos seguir todo en esta ley.
Dejen que el mensaje de Cristo habite completamente en ustedes. De las maneras más sabias instrúyanse unos a otros por medio de salmos e himnos y cantos espirituales, alabando a Dios con sus corazones.
Pero ellos esperan un mejor país, un país celestial. Por eso Dios no se defrauda de ellos, y se alegra de llamarse su Dios, porque él ha construido una ciudad para ellos.
Muchas mujeres recibieron a sus familiares con vida por medio de la resurrección. Otros fueron torturados, al negarse a rechazar a Dios para ser perdonados, porque querían ser parte de una mejor resurrección.
Sigue recordándole al pueblo la ley. Mediten en ella de día y de noche, para estés seguro de hacer lo que es debido. Entonces tendrás éxito y prosperarás en lo que hagas.
Entonces caí postrado a sus pies para adorarlo. Y me dijo: “¡No lo hagas! Yo soy un siervo de Dios, como lo eres tú, y como los que aceptan el testimonio de Jesús. Adora a Dios, porque el testimonio de Jesús es el espíritu profético”.