Justo en ese momento, regresaron los discípulos. Ellos estaban sorprendidos de que él estuviera hablando con una mujer, pero ninguno de ellos le preguntó “¿qué haces?” o “¿por qué estás hablando con ella?”
Cuando Jesús escuchó lo que este hombre dijo, se quedó asombrado. Entonces le dijo a los que le seguían: “En verdad les digo que no he encontrado este tipo de confianza en ninguna parte de Israel.
Cuando el Fariseo que había invitado a Jesús vio esto, pensó: “Si este hombre realmente fuera un profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando, y qué clase de persona fue. ¡Sabría que ella es una pecadora!”