“Yo les dejo paz; les estoy dando mi paz. La paz que yo les doy no se asemeja a ninguna cosa que ofrezca el mundo. No dejen que sus mentes estén ansiosas, y no tengan miedo.
Esa noche, siendo el primer día de la semana, cuando los discípulos se reunieron a puerta cerrada porque tenían mucho temor de los judíos, Jesús llegó y se puso en medio de ellos y dijo: “Tengan paz”.
Una semana después, los discípulos estaban reunidos dentro de la casa y Tomás estaba con ellos. Las puertas estaban cerradas, y Jesús llegó y se puso en medio de ellos. “¡Tengan paz!” dijo.
“Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, por toda Judea y Samaria, y hasta en los lugares más lejanos de la tierra”.
Así que, mis hermanos y hermanas que viven para Dios y participan de este celestial llamado: necesitamos pensar con cuidado acerca de Jesús, el que decimos que fue enviado por Dios, y quien es el Sumo Sacerdote.
Espero verte pronto para que hablemos cara a cara. ¡Que la paz esté contigo! Los amigos que están aquí te envían sus saludos. Te ruego que saludes personalmente, y por nombre, a nuestros amigos de allá.