“Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo esté, para que puedan ver la gloria que me diste—porque tú me amaste antes de que el mundo fuera creado.
Su amo le dijo: ‘Has hecho bien, eres un siervo bueno y fiel. Has demostrado que eres fiel en cosas pequeñas, así que ahora te colocaré a cargo de muchas cosas. ¡Alégrate porque estoy muy complacido de ti!’
Su amo le dijo: ‘Has hecho bien, eres un siervo bueno y fiel. Has demostrado que eres fiel en cosas pequeñas, así que ahora te pondré a cargo de muchas cosas. ¡Alégrate porque estoy muy complacido de ti!’
Entonces el rey dirá a los de su derecha: ‘vengan ustedes, benditos de mi Padre, hereden el reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo.
Cuán bueno será para los siervos a quienes el maestro encuentre despiertos cuando él regrese. ¡Les aseguro que el maestro se vestirá, los mandará a sentarse para comer, y él mismo les servirá a ellos!
Ahora vemos como en un espejo con un reflejo borroso, pero entonces veremos cara a cara. Porque ahora solo tengo un conocimiento parcial, pero entonces conoceré por completo, tal como soy completamente conocido.
Así que todos nosotros, con nuestros rostros descubiertos, vemos y reflejamos al Señor como en un espejo. Estamos siendo transformados conforme a la misma imagen del espejo, cuya gloria es cada vez más brillante. Esto es lo que hace el Señor, que es el Espíritu.
Porque el Dios que dijo: “Que brille la luz en medio de la oscuridad”, brilló en nuestros corazones para iluminar el conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.
Entonces los que de nosotros estemos todavía vivos aquí seremos llevados con ellos en las nubes, y nos encontraremos con el Señor en el aire. ¡Y entonces estaremos para siempre con el Señor!
Amigos míos, ya somos hijos de Dios, pero lo que llegaremos a ser no se ha revelado todavía. Pero sabemos que cuando él aparezca seremos como él, porque lo veremos como él es realmente.