En su furia ha destruido todo el poder de Israel, negándose a ayudar cuando el enemigo atacaba. Ha sido como un fuego que arde en la tierra de Jacob, quemándolo todo.
Mientras me preguntaba por los cuernos, otro cuerno, uno pequeño, surgió entre ellos y tres de los cuernos anteriores fueron arrancados ante él. Tenía ojos de aspecto humano y una boca que hacía alardes arrogantes.