Los soldados que Egipto contrató son como terneros engordados para el matadero. Ellos también se retirarán. No se pondrán de pie y lucharán; todos huirán. Se acerca su día de destrucción; el tiempo en que serán castigados.
Detengan al sembrador de sembrar en el país de Babilonia, y detengan al cosechador de mover la hoz para cosechar el grano. Bajo la amenaza de las espadas de los enemigos, todos huyen a su pueblo, vuelven al lugar de donde vinieron.
“Tratamos de curarla, pero no se pudo. Así que renuncien a ella. Todos debemos volver a casa, al lugar de donde venimos. La noticia de su castigo ha llegado a todas partes, hasta el cielo.