Nadie que quede de Judá que haya ido a vivir a Egipto escapará o sobrevivirá para volver al país de Judá. Ustedes anhelan volver y vivir allí, pero nadie regresará, salvo unos pocos rezagados.
En ese momento, los que queden en Israel y los sobrevivientes de la casa de Jacob ya no confiarán en los que los traicionan, sino que confiarán verdaderamente en el Señor, el Santo de Israel.
Pero en ese momento, “el retoño del Señor” será atractivo y glorioso; el fruto que produzca la tierra será el orgullo y la gloria de los supervivientes que queden en Israel.
No lloren por el rey que murió. No lloren por él. En cambio, lloren por el rey que está exiliado, que nunca regresará, que nunca volverá a ver su patria.
Todos los que decidan ir a Egipto y vivir allí morirán por la guerra, el hambre y la enfermedad. Ni uno solo sobrevivirá ni escapará al desastre que haré caer sobre ellos.
“Pero aun así, escuchen lo que dice el Señor, todo el pueblo de Judá que vive aquí en Egipto: Les garantizo por todo lo que soy, dice el Señor, que ninguno de ustedes que vive en Egipto usará jamás mi nombre ni jurará: ‘Vive el Señor Dios’.
Me ocuparé de los que se rebelan contra mí, de los que pecan contra mí. Los sacaré del país donde viven actualmente, pero no entrarán en la tierra de Israel. Entonces sabrán que yo soy el Señor.
¿cómo escaparemos si no atendemos esta gran salvación que el Señor anunció desde el principio, y que después nos confirmó por medio de quienes lo oyeron?