Mardoqueo también le dio una copia del decreto que se había emitido en Susa para su destrucción, para que se lo mostrara a Ester y se lo explicara, y le pidió que la instruyera para que fuera a ver al rey y le pidiera clemencia y le rogara por su pueblo.
Los oficiales estaban furiosos con Jeremías. Hicieron que lo golpearan y lo encerraran en la casa del escriba Jonatán, que había sido convertida en prisión.
Ahora, por favor, escúchame, mi señor el rey, y responde positivamente a mi petición. No me envíes de nuevo a la prisión en la casa del escriba Jonatán, pues de lo contrario moriré allí”.
Cuando todos los oficiales vinieron a Jeremías queriendo saber, él les repitió exactamente lo que el rey le había dicho que dijera. Entonces no le preguntaron nada más, porque nadie había oído lo que se había dicho.